8 REMEDIOS PARA TU VIDA

8 REMEDIOS PARA TU VIDA
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lunes, 3 de mayo de 2010

AIRE

AIRE

Nuestra salud física es conservada por lo que comemos; si nuestros apetitos no están bajo el control de una mente activa y sana, si no somos temperantes en todo lo que comemos y bebemos, no estaremos en un estado mental y físico sano. La temperancia es una adherencia a todo lo que promueve la salud y la eliminación de todo lo dañino. Todo hábito malsano producirá una condición malsana en el sistema, y la delicada y viviente maquinaria humana resultará perjudicada, y no podrá realizar su trabajo debidamente. La complacencia del apetito es la mayor causa de la debilidad física y mental, es el cimiento del decaimiento que se nota por todas partes. El régimen alimenticio tiene mucho que ver con la disposición a cometer pecado "al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado" (Santiago 4: 17). Muchos están tan entregados a la intemperancia que no quieren renunciar a la complacencia de su glotonería a ningún precio. Son capaces de sacrificar la salud y morir prematuramente, antes que poner un límite a su intemperante apetito. - Licor: Se están usando hoy día más bebidas embriagantes que en ninguna época anterior. Cuando voluntaria-mente se complace el apetito por la bebida embriagante, el hombre lleva a sus labios el trago que rebaja a aquel que fue hecho a la imagen de Dios a un nivel inferior al de las bestias. Nueve de cada diez personas que son llevadas a la cárcel, están relacionados con el licor. - Triple veneno: Una lata de gaseosa contiene de 8 a 10 cucharaditas de azúcar refinada, lo cual reduce al 50% la habilidad de las células blancas para defender el cuerpo contra la enfermedad. Las gaseosas tipo "cola" son más peligrosas aún, contienen la tercera parte de la cafeína que hay en una taza de café. L os niños inocentemente consumen varias botellas o latas de esas bebidas diariamente y por lo tanto ingieren mucha más cafeína que la que tiene una taza de café. El estímulo que recibimos siempre del café es producido por la cafeína y también por el contenido de azúcar. El peligro es que se ha encontrado que la cafeína causa úlceras en los animales y en algunos seres humanos. El ácido carbónico en las gaseosas, lo que la hace efervescente, es definitivamente dañino para los ojos y puede empeorar la miopía. - Trabajo: Es malo trabajar con exceso, pero los resultados de la flojera son más temibles. La ociosidad conduce a la práctica de hábitos corrompidos y degradados. Puede descansar del esfuerzo físico sin quedar en ociosidad, haciendo una lectura edificante, entre otras. La intemperancia en el comer postra más efectivamente las energías vitales que la intemperancia en el trabajo. - Comida Chatarra: Usted estará pensando en los perros calientes, hamburguesas, papas fritas a la francesa, etc., pero las salchichas, mortadelas, yogurts, leches "saborizadas", las comidas "fácil de preparar", entre otras también clasifican entre las comidas chatarra. Tanto las comidas chatarra como las "comidas rápidas" cuestan, pero los resultados de haberlas comido cuestan mucho más: indigestión, dolores de cabeza, resfriados, hemorroides, etc. No se deje engañar, en el proceso de "fortificación" y añadidura de "vitaminas y minerales" inorgánicos no es más que eliminar las propiedades natu-rales de los alimen-tos, para agregar químicos, aditivos y conservantes que hacen daño a su salud. Mientras centenares han quebrantado su constitución por exceso de trabajo solamente, la inactividad, el comer en exceso, y la ociosidad considerada de buen tono han sembrado las semillas de enfermedad en el organismo de millares que se apresuran a una ruina rápida y segura. Dios se ha comprometido a conservar la maquinaria humana marchando en forma saludable, si el agente humano quiere obedecer las leyes de Dios y cooperar con Él, para vivir con ¡salud abundante! 750) this.width=750" border=0>Este es el remedio por excelencia, el más importante, es el principio. Dios es quien ha provisto los otros 7 remedios naturales gratuitos, por eso nos llama y anima a que confiemos en Él, obedeciendo las leyes que ha establecido en nuestro cuerpo. La verdadera recuperación física empieza con una limpieza de nuestros pensamientos y sentimientos. Todas las acciones buenas o malas que afectan nuestra salud se originan en nuestra mente. Si continuamos deseando comidas poco o nada saludables y practicamos otros hábitos malsanos correremos el riesgo de enfermarnos. ¿Cómo tener esperanza y confianza en Dios? Por medio de la fe "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11: 1), podemos estar seguros, creer que lo hará porque lo ha prometido. El primer y más importante paso: Venga a Cristo tal como está. Acéptelo como su Salvador personal. "Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, y yo os haré descansar." (S. Mateo 11:28.) Es su única esperanza. Ha cometido errores, ha sido arrastrado por la tentación. Pero puede recurrir a la sangre de Cristo para presentar a Dios, los méritos del Salvador crucificado y resucitado como propios. De ese modo, mediante la ofrenda de sí mismo hecha por Cristo, el inocente en lugar del culpable, se remueven todos los obstáculos y el amor perdonador de Dios puede fluir en ricos raudales de misericordia en favor del hombre caído. Venga a Él y pídale perdón por sus pecados del pasado, recuerde "al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado" (Santiago 4: 17), incluso por los malos hábitos que destruyen su salud. ¿Cómo lo hago? Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo. No es que se necesite esto para que Dios sepa lo que somos, sino a fin de capacitarnos para recibirlo. La oración no baja a Dios hasta nosotros, antes bien nos eleva a Él. Dice Jesús: "Todo cuanto pidiereis en la oración, creed que lo recibisteis ya; y lo tendréis" (S. Marcos 11: 24.) Hay una condición en esta promesa: que pidamos conforme a la voluntad de Dios. Pero es la voluntad de Dios limpiarnos de pecado, hacernos hijos suyos y ponernos en actitud de vivir una vida santa. De modo que podemos pedir a Dios estas bendiciones, creer que las recibimos y agradecerle por haberlas recibido. Diga: "Lo creo; así es, no porque lo sienta, sino porque Dios lo ha prometido." Segundo: Establezca una vida de estudio de la Santa Biblia y de las enseñanzas del Señor Jesús. ¡Si desea conocer al Salvador, estudie las Santas Escrituras! Dice Jesús: "Ellas son las que dan testimonio de mi (S. Juan 5: 39) Tercero: Desarrolle el hábito de pasar tiempo con Dios en oración como lo hace con un buen amigo. Permita que Él conozca sus preocupaciones, luchas y gozos. Al hacerlo, aprenderá a amarlo, a esperar y a confiar más en Él. Cuarto: Comparta la vida de Cristo y las ocho reglas de oro para la salud con otros. Al compartir estas preciosas verdades y principios con otros ellos recibirán una gran bendición y usted se sentirá satisfecho. Y finalmente: Nunca se dé por vencido. Toda victoria obtenida sobre las prácticas que destruyen su salud, sumará años de calidad a su vida y gran felicidad. Conságrese a Dios todas las mañanas; haga de esto su primer trabajo. Sea su oración: "Tómame ¡oh Señor! Como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo, y sea toda mi obra hecha en ti" Ahora bien, ya que se ha consagrado a Jesús, no vuelva atrás, no se separe de Él, mas todos los días diga: “Soy de Cristo; pertenezco a él".

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